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martes, 8 de diciembre de 2009

¿Por qué cambian de color los camaleones?


No, no lo hacen para camuflarse… Nunca lo han hecho, nunca lo harán… es una leyenda popularmente creída… aunque no siempre fue así.

En realidad los camaleones cambian de color como resultado de diferentes estados emocionales. Y si resulta que así se camuflan con el entorno, ello no es más que un feliz efecto secundario.

Los camaleones cambian de color cuando se asustan; o alguien los coge; o cuando se pelean con otro congénere. También ante la proximidad de un miembro del sexo opuesto o a veces debido a cambios en la luz o la temperatura.

La piel del camaleón contiene varias capas de células especializadas conocidas como cromatóforos, cada una con diferentes pigmentos. Modificando el equilibrio entre esas capas, la piel consigue reflejar diferentes longitudes de onda, convirtiendo accidentalmente al animalito en el paradigma del mimetismo animal.

Es curioso lo persistente que viene siendo la creencia en que el camaleón cambia de color para fundirse con el entorno. El mito apareció por primera vez en la obra de un escritor griego de segunda llamado Antígono de Caristo, allá por el 240 a.C. Aristóteles, bastante más influyente relacionó un siglo después el cambio de color con el miedo y en el Renacimiento la teoría del “camuflaje” había sido casi abandonada. Pero he aquí que hoy ha vuelto renovada hasta tal punto que es la única cosa que la gente cree saber sobre estos animalitos.

Los camaleones son el grupo de lagartos arborícolas más especializados, extraordinariamente adaptados tanto en los aspectos estructurales como en el comportamiento. Existen alrededor de 85 especies, la mayoría de las cuales vive en África y Madagascar, aunque algunos se encuentran en Asia y una especie, el camaleón común, vive en Europa. Estos seres miden entre 15 y 30 cm de longitud, aunque una especie de Madagascar mide casi 80 y otra, Rhampholeon marshalli, poco más de 4 cm a pesar de su rimbombante nombre. Sus presas son los insectos, que atrapan proyectando su larga y pegajosa lengua en un abrir y cerrar de boca.

Un camaleón típico tiene el cuerpo aplanado lateralmente y una cabeza a menudo provista de prominentes crestas a modo de cuernos, en la que destacan un par de ojos capaces de rotar independientemente uno de otro. Si los ojos miran en la misma dirección, el camaleón consigue una visión estereoscópica, aunque es capaz de ver dos cosas distintas al mismo tiempo si los ojos miran en direcciones diferentes. Las extremidades son largas y delgadas, con los dedos reunidos y fusionados –a modo de pinza- en dos grupos: uno interior, con tres dedos, y otro exterior, con dos.

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