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miércoles, 22 de febrero de 2012

Tenedores, cuchillo, cuchara y servilleta: compañeros de mesa

Miniaturas de tenedores, los ejemplares más antiguos conocidos de este instrumento, fueron desenterrados en las excavaciones arqueológicas de Catal Huyuk, en Turquía, y datan aproximadamente del 4.000 a.de C. Sin embargo, nadie sabe con exactitud qué misión desempeñaban, dudándose de que se utilizaran en la mesa.

Los primeros tenedores utilizados con toda certeza para comer surgieron en la Toscana del siglo XI –la primera ilustración que se conoce del uso del tenedor en una mesa europea nos la ofrece un manuscrito de 1022 encontrado en el monasterio italiano de Montecassino-, siendo en su gran mayoría de dos púas, suscitando fuertes suspicacias, sobre todo entre el clero.

El tenedor había sido importado a Roma, donde los habitual era comer con los dedos –con los cinco, los plebeyos; con sólo tres centrales los patricios, que nunca ensuciaban sus anulares ni sus meñiques- desde Bizancio por algunos mercaderes venecianos, pero continuó siendo un capricho, casi con categoría de adorno, y casi siempre también de extravagancia, en la casa de las familias más ricas. Por ejemplo, en un inventario de la plata de Eduardo I de Inglaterra, datado en 1297, se consigna que el rey inglés posee un único ejemplar de este instrumento –otro inventario de 1307 consigna seis tenedores de plata y uno de oro-.

El tenedor había sido introducido entre los británicos, al parecer en 1160, por Thomas Beckett, arzobispo de Canterbury y canciller de Enrique II. En 1328, la reina Clementina de Hungría tenía 30 cucharas y 1 tenedor. Al parecer por aquel entonces el tenedor sólo se utilizaba, en ocasiones excepcionales, para comer algún tipo especial de fruta –por ejemplo, peras o fresas-, pero no la carne o el pescado, o para trinchar las viandas.

Según la mayoría de los investigadores de estos pormenores históricos, el primer uso público del
tenedor en Europa no se dio hasta 1582, en que fueron utilizados en el restaurante La Tour d´Argent, de París. En la Francia del siglo XVI, el tenedor era considerado un utensilio afeminado. La razón residía en que este cubierto empezó a ser usado por Enrique III, que era homosexual. En España, en el siglo XVI, Felipe II y su valido Francisco de Sandoval fueron los grandes introductores del tenedor. Sin embargo, su uso no se popularizaría en todo el mundo hasta que comenzara a ser utilizado en Francia, en el último tercio del siglo XVIII, por los nobles y aristócratas como signo de lujo, refinamiento y superior categoría.

Pero también se puede comer con palillos. Por razones socioculturales, pero también higiénicas, los chinos prefirieron comer con palillos desde tiempos inmemoriales. Los palillos de madera, hueso o marfil eran perfectamente adecuados para llevar hasta la boca los bocados previamente cortados en la cocina –pues se consideraba de mal gusto servir un asado entero-. La palabra china que designa este utensilio, Kwai-tszé, significa “los rápidos”.

En cuanto a los cuchillos, ¿cómo es que los de mesa tienen punta redonda? Durante siglos, todos los hombres poseían su propio cuchillo. Y todos ellos, casi sin excepción, poseían una punta afilada. Los cuchillos de mesa tienen punta redondeada desde que el cardenal Richelieu mandó primero limar los de su casa y después fabricarlos con punta roma al ver, asqueado, que el Canciller Pierre Séguier utilizaba este instrumento para limpiarse los dientes con la punta.

¿Y las cucharas? Se han encontrado cucharas en excavaciones efectuadas en Asia, que datan del paleolítico, hace unos 20.000 años. También se han encontrado ejemplares de madera, marfil, piedra y oro en antiguas tumbas egipcias. Los griegos y romanos de las clases altas utilizaban cucharas de bronce y de plata, en tanto que el pueblo las tallaba de madera. En Roma se daba el nombre de “cochlear” a un cucharón pequeño y de mango puntiagudo, y ésta es posiblemente la raíz de nuestra palabra “cuchara”.

Las cucharas que han llegado hasta nosotros desde la Edad Media son, sobre todo, de hueso, madera y estaño. Durante el siglo XV, fueron muy populares, sobre todo en Italia, las llamadas cucharas de apóstol, cuyo mango ostentaba la figura del santo patrón de su poseedor. En España abundaban ya durante el siglo XVIII las cucharas de plata –eran famosas las fabricadas en Reus-, aunque también las había de madera –natural o repujada- y asta de buey.

En cuanto al último compañero de mesa, las antiguas servilletas tuvieron un diseño bien distinto del actual: dado que se comía con los dedos y sin tantos remilgos como en la actualidad, los trozos de tela que se utilizaban para limpiarse tenían un tamaño muy superior al actual –siendo, en realidad, más parecidas en tamaño a las actuales toallas-. No obstante, entre los egipcios, griegos y romanos fue más habitual utilizar para limpiarse los dedos pequeños cuencos llenos de agua aromatizada. Durante el reinado de Tarquinio el Soberbio, séptimo y último rey de Roma (siglo VI a.C.), la nobleza romana comenzó a dar un segundo uso a la llamada mappa: envolver con ella las golosinas que el anfitrión disponía sobre la mesa con el fin de que los comensales se las llevaran a casa. No hacerlo así era considerado una imperdonable grosería.

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