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miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Cómo medimos los terremotos?




Con la escala MW.

En las últimas dos décadas la escala Richter ha cedido terreno en el ámbito sismológico a la MMS o Moment Magnitude Scale; en español Escala Sismológica de Magnitud de Momento (MW).

La MW fue inventada en 1979 por los sismólogos Hiroo Kanamori y Tom Hanks (no, no tiene nada que ver con el que estás pensando) del Instituto Tecnológico de California (CalTech). Ambos científicos encontraban la escala Richter poco satisfactoria porque sólo mide la fuerza de las ondas sísmicas, lo que no da indicación real del impacto de un terremoto. En la escala Richter, dos grandes terremotos con la misma escala, pueden causar una devastación completamente diferente.

La escala Richter mide las ondas sísmicas captadas a 600 km de distancia. Fue inventada en 1935 por Charles Richter (quien, como Kanamori y Hanks, era sismólogo en el CalTech). La desarrolló con Beno Gutenberg, el primer hombre que midió con precisión el radio del núcleo terrestre. Gutenberg murió de gripe en 1960 sin llegar a vivir el gran terremoto de Chile (el mayor jamás registrado), que tuvo lugar tan sólo cuatro meses después.

La escala MW, en cambio, es una expresión de la energía liberada por un terremoto. Multiplica la distancia del movimiento entre las dos partes de la falla por la superficie total afectada. Fue diseñada para arrojar valores coherentes con el resultado equivalente de la escala Richter.

Ambas escalas son logarítmicas: un aumento de dos puntos significa una energía 1.000 veces mayor. Una granada de mano puntúa 0.5 en la escala Richter, la bomba atómica de Nagasaki, 5.0. La MW se utiliza sólo para grandes terremotos, superiores al grado 3.5 en la escala Richter.

De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos, sobre la base de la superficie afectada (600.000 km2), y la superficie en la que se sintió (5.000.000 km2), el mayor terremoto que se ha registrado en Norteamérica fueron los –paradójicamente poco conocidos seísmos del valle del río Mississippi en 1811-1812. Crearon nuevos lagos y cambiaron todo el curso del río. La superficie afectada por fuertes temblores fue diez veces mayor que la del terremoto de San Francisco en 1906. Las campanas de las iglesias comenzaron a tañer a causa de la vibración en lugares tan lejanos como Massachussetts.

Es imposible saber cuándo se producirá un terremoto. Algún experto ha sugerido que la mejor forma de hacerlo es contar el número de perros y gatos desaparecidos de acuerdo al periódico local. En España se producen alrededor de 3.600 terremotos al año, si bien su escasa intensidad les hace pasar desapercibidos entre la población.
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martes, 30 de octubre de 2012

¿Es diferente la sangre de los insectos de la humana?




La mayor diferencia entre la sangre de un insecto y la de los vertebrados, incluidos los humanos, estriba en que la de los vertebrados posee células sanguíneas rojas. Los insectos y otros invertebrados, en cambio, tienen lo que se denomina hemolinfa, un fluido heterogéneo que les recorre todo el cuerpo y riega a su paso todos los tejidos internos. La hemolinfa consiste sobre todo en agua, pero también contiene iones, carbohidratos, lípidos, glicerol, aminoácidos, hormonas, algunas células y pigmentos. No obstante, suele tratarse de pigmentos más bien suaves, de modo que la sangre de los insectos presenta un color claro o de tono amarillo o verdoso (el color rojo que aparece al aplastar una mosca doméstica o una drosofila se debe en realidad al pigmento de los ojos del insecto)

A diferencia del sistema circulatorio cerrado que poseen los vertebrados, los insectos cuentan con un sistema abierto carente de arterias y venas. Por tanto, la hemolinfa fluye libremente por el cuerpo, lubrica los tejidos y transporta nutrientes y desechos. Mientras que el sistema circulatorio de los vertebrados sirve sobre todo para acarrear oxígeno por el cuerpo, los insectos respiran de una manera completamente distinta a través de tubos traqueales. En el caso de la drosofila, por ejemplo, sobre la piel externa e impermeable de la mosca se alinean una serie de orificios minúsculos denominados espiráculos, que permiten el transporte directo del aire a los tubos traqueales que, a su vez, distribuyen el aire por los tejidos internos.

Los insectos sí tienen corazón, el cual bombea la hemolinfa por todo el sistema circulatorio. Aunque difiere por completo del corazón de los vertebrados, algunos de los genes que intervienen directamente en el desarrollo del corazón muestran grandes similitudes en ambos grupos de animales.

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lunes, 29 de octubre de 2012

¿Por qué los bostezos son contagiosos?


Todavía no está científicamente claro el motivo por el que bostezamos. Antes se decía que era una carencia de oxígeno. Pero posteriormente los experimentos mostraron que los voluntarios que respiraban oxígeno puro no bostezaban menos que sus colegas que lo hacían con aire ordinario. Entonces ¿el fenómeno no tenía nada que ver con el abastecimiento de oxígeno? Puede.

Independientemente de la composición del aire que tengamos a nuestra disposición, si estamos cansados desciende la presión arterial y el corazón se pone a medio gas; los órganos reciben menos irrigación sanguínea y, consiguientemente, menos oxígeno. Es posible que el aparato respiratorio ponga el freno de emergencia y se provoque el bostezo. Esto puede ocurrir de dos formas: por un lado se respira muy profundamente y de esa forma se absorbe mucho oxígeno. Por otro lado, se dilata la caja torácica y se produce en ella una presión negativa que se mantiene lo que dura el bostezo y se ocupa de que fluya mucha sangre por las venas en dirección al corazón.

¿Por qué no podemos resistirnos a bostezar cuando vemos a otra persona hacerlo? En la noche de los tiempos no existía un lenguaje perfeccionado. Los hombres se ayudaban de la mímica y los ademanes para comunicarse. Esto era muy útil para que una tribu tuviera un desarrollo común. Además, los seres humanos tenemos empatía, esto es, la capacidad de compartir los sentimientos con nuestros congéneres. Cuando alguien llora tendemos a soltar lágrimas; y cuando alguien bosteza, nosotros le imitamos.
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domingo, 28 de octubre de 2012

¿Cómo eliminar el olor de nuestras axilas?




Todo el mundo huele diferente, pero un olor corporal demasiado intenso puede resultar desagradable y alienante. Como nuestros sentidos están conectados, un aroma atractivo relacionado con un guiso o la vista de un paisaje hacen la experiencia sensorial global más agradable. Lo mismo sucede con las personas. Los científicos han encontrado que en no pocas ocasiones el olor personal es la clave para el atractivo de ese individuo porque su huella química puede "seducir" de manera sutil a otras personas. Pero este proceso funciona también al revés. Un mal olor hará que los que le rodean sientan un irreprimible rechazo.

Algunas veces, el olor corporal se impone incluso después de haber tomado todas las precauciones higiénicas. En este caso, podríamos estar ante el síntoma de un problema mayor: la bromhidrosis, término utilizado por los médicos para referirse a un olor corporal que excede lo normal. La bromhidrosis es más normal en hombres que en mujeres y aunque las razones precisas por las que se produce no están claras, podría tener algo que ver con una glándula particular en las axilas (glándula apocrina), más activa en varones que en hembras. Pero incluso el intenso olor corporal causado por la bromhidrosis puede ser amortiguado tomando las medidas adecuadas.

En primer lugar, si sufre de obesidad, perder peso no es una opción, es necesario para mantener una salud aceptable. En este caso, además, hay un beneficio adicional. Menos peso significa que el cuerpo se verá sometido a un menor esfuerzo y, por tanto, sudará menos.

Puede que crea que el sudor es la causa del olor de sus axilas. Pero lo cierto es que el sudor propiamente dicho no tiene olor: está compuesto básicamente de agua y sal. Lo que huele son las bacterias atraídas hacia los lugares que más sudan, como los pies, las ingles o las axilas.

Para comprender las causas del olor de nuestras axilas antes tenemos que comprender cómo suda nuestro cuerpo. Bajo nuestra piel hay dos tipos de glándulas sudoríparas: las ecrinas y las apocrinas. Las primeras se abren directamente a la superficie de la piel, existen unas 600 glándulas por centímetro cuadrado de piel, con mayor concentración en palmas de las manos, plantas de los pies y región frontal de la cara. Segregan 1 litro al día en condiciones basales y pueden perder hasta 10 litros en condiciones extremas.

Por su parte, las glándulas apocrinas desembocan en el foliculo pilosebáceo saliendo al exterior su contenido junto con el sebo, segregando un sudor más espeso que es el responsable del olor característico de zonas como las axilas y los órganos sexuales, zonas a menudo cálidas y resguardadas que acumulan humedad y, por lo tanto, bacterias, las cuales, como hemos dicho, son las responsables del olor corporal.

La bromhidrosis u olor corporal excesivo está normalmente relacionada con el sudor de las glándulas apocrinas y su actividad bacteriana. Algunas veces, sin embargo, el sudor de las ecrinas también puede producir un olor intenso al reblandecer la queratina de la superficie de la piel, o bien cuando la persona ha ingerido determinados alimentos. La bromhidrosis puede también venir provocada por alteraciones como la obesidad o la diabetes, ya que ambas están asociadas con otras circunstancias que facilitan el crecimiento bacteriano.

Para combatir el olor corporal, un primer paso lógico sería eliminar aquellos alimentos que nos hacen
sudar más o que empeoran el olor del sudor. Hay que decir, no obstante, que muchas de las recomendaciones dietéticas que se dan para reducir el olor de axilas no están científicamente demostradas. Algunos estudios afirman que olemos de acuerdo con lo que comemos, esto es, ingerir algunos alimentos como ajo, curry, cebolla, pimentón y otras comidas especiadas -incluido el alcohol y la carne roja - aumenta el mal olor de nuestro sudor.

Por el contrario, según los investigadores, sí hay alimentos que pueden ayudar a aliviar el problema: beber abundante agua y comer frutas, verduras y grano integral mejora la salud general y el funcionamiento metabólico, haciendo que el cuerpo funcione de forma más eficiente, reduciendo los niveles de esfuerzo y, por tanto, el sudor y el olor derivado del mismo. Además, algunos practicantes de medicinas alternativas indican que incluir en la dieta algunas comidas ricas en vitaminas, hierbas, te verde, aceite de oliva, zumos o alimentos ricos en clorofila como la espinaca, también pueden colaborar a reducir el olor.

Además de reducir el peso corporal y modificar la dieta, también se puede tratar directamente el olor, comenzando con una buena higiene:

- Dúchese diariamente utilizando jabón. No es necesario ningún producto especial. Los jabones que se anuncian como antibacterianos no son mejores que los normales.

- Dúchese siempre después de hacer ejercicio físico

- Depílese o aféitese las axilas, para que las bacterias tengan menos lugares en los que alojarse.

- Échele un vistazo a la ropa que suele llevar. Elija prendas hechas con fibras naturales y, si practica deporte o hace ejercicio, lleve ropa diseñada para expulsar la humedad y mantener su cuerpo seco y así evitar la proliferación de bacterias. Mantenga siempre la ropa limpia y evite llevarla demasiadas veces entre lavados.

- Otro tratamiento opcional sería la práctica de técnicas de relajación, como yoga o meditación, con el
fin de reducir el estrés y sudar menos.

Si estos consejos no dan un resultado perceptible, conviene consultar con el médico, que probablemente recetará algún tipo de desodorante con cloruro de aluminio. Funcionan creando una especie de gel que tapona los poros, reduciendo el exceso de transpiración. Las inyecciones de toxina botulímica de tipo A (Botox) pueden proporcionar un alivio más duradero.

Por último, hay algunos tratamientos quirúrgicos consistentes en la extirpación de glándulas sudoríparas succionando tejido subcutáneo a través de pequeñas incisiones en la piel. Otras intervenciones más agresivas necesitan de más tiempo de recuperación y albergan mayores riesgos, pero sus resultados son más duraderos. No obstante, se trata siempre de últimos recursos para casos realmente serios.

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lunes, 22 de octubre de 2012

¿Dónde estaba el Jardín del Edén? (2)




(Continúa de la entrada anterior)

El tercer río de Edén es el Tigris, Hiddekel en hebreo, que es la versión del asirio «i-di-ik-lat». En el Génesis 2.14 se dice que va «hacia el oriente de Asiria»; es decir, que forma la frontera oriental de Asiria, y eso ciertamente no era así. Asiria era un imperio extenso durante los siglos en que se escribió el Génesis, y se levantaba a ambas orillas del río. Sin embargo, Asiria es la forma griega del hebreo «Asur», que no sólo se aplicaba a la nación, sino también a su capital primitiva. Aquí se hace referencia a la ciudad, y el Hiddekel rodea efectivamente la ciudad por el Este.

El Hiddekel no es tan largo como el Éufrates, pero su longitud es igualmente respetable: 1.800 kilómetros. Es más turbulento que el Éufrates y no es navegable salvo para balsas y embarcaciones pequeñas. Tal vez por el peligro de su fuerte turbulencia es por lo que los griegos le dieron el nombre de «Tigris» (tigre), nombre por el que lo conocemos en la actualidad. El hecho de que la Biblia describa a los ríos de Edén como «un río que... se partía en cuatro brazos», haría pensar que el Tigris y el Éufrates, junto con los otros ríos aludidos, tendrían una sola fuente. Y casi es así. Uno de los manantiales del Tigris al este de Turquía es un lago que sólo está a unos dieciocho kilómetros de uno de los manantiales que forman el Éufrates.

Por tanto, existiría la fuerte tentación de situar concretamente el jardín del Edén al este de Turquía, si no tuviéramos en cuenta que los autores del Génesis no empleaban necesariamente nuestras modernas convenciones geográficas.

Cuando decimos que un río se parte en dos o más brazos, imaginamos que nosotros mismos vamos avanzando corriente abajo. Pero supongamos que confluyen dos ríos a medida que bajamos por la corriente; si se sigue la confluencia aguas arriba, se comprobará que se divide en dos ríos.Veamos cómo se aplica esto al Éufrates y al Tigris. Ambos ríos corren hacia el sudeste en forma casi paralela. En un punto, a unos 540 kilómetros del golfo Pérsico, se acercan a una distancia de treinta y cinco kilómetros, y luego se separan antes de volver a aproximarse.

En la época de las primeras civilizaciones que surgieron en la región, el Éufrates y el Tigris entraban en el golfo Pérsico por bocas separadas; la del Tigris, a casi ciento sesenta kilómetros de la del Éufrates. En aquellos tiempos, sin embargo, el golfo Pérsico se extendía a unos 260 kilómetros más al noroeste que ahora. Los ríos, que corren en dirección suroeste desde las montañas turcas, arrastran barro y cieno que a lo largo de seis mil años han llegado a formar un delta que rellena el extremo norte del golfo Pérsico, desplazando el litoral a 260 kilómetros al sureste.

El Tigris y el Éufrates tuvieron que seguir fluyendo por la nueva tierra a medida que se formaba. Dio
la casualidad de que el Tigris fluyó hacia el Sur y el Éufrates hacia el Este. Al fin confluyeron para formar un solo río, conocido en nuestros días como Chat-el-Arab, que tiene 193 kilómetros de longitud. En la época en que el libro del Génesis se llevó a su forma escrita, el Tigris y el Éufrates ya habían confluido para formar la corriente común, y el Génesis 2.10 se refiere seguramente a la partición (corriente arriba) del Chat-el-Arab en el Tigris y el Éufrates. Por tanto, la referencia al jardín de Edén señalaría los brazos inferiores de esos dos ríos en las cercanías de su confluencia, y da la casualidad de que allí fue precisamente (en épocas anteriores a la unión de ambos ríos) donde surgió aquella civilización.

Con ello quedan descartados los ríos primero y segundo del jardín, el Pisón y el Guijón. No es
posible identificar a ninguno de ellos, aunque se han formulado hipótesis brillantes. Así, el Pisón («Pishon», en la Revised Standard Version) «rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro... bedelio y ágata». (La Revised Standard Version dice ónice en vez de ágata, y la Anchor Bible, lapislázuli.)

De ese modo se describe Evila como una tierra de la abundancia donde se encuentra oro y otros minerales preciosos. Al buscar un país de riqueza legendaria que correspondiera a Evila, los europeos modernos se inclinan a identificarlo con la India debido a la proverbial «riqueza de las Indias». En ese caso, el Pisón, o Pishon, podría ser el Indo, río tan largo como el Éufrates que desemboca en lo que ahora es Pakistán, en el mar Arábigo.

El Guijón parece descrito con claridad al decirse que rodea toda la tierra de Etiopía. En tiempos antiguos, Etiopía era una tierra situada al sur de Egipto, y en nuestros días la nación que lleva ese nombre sigue situada a unos setecientos cincuenta kilómetros al sur de aquel país. En Etiopía nace un afluente del Nilo y, por tanto, parece lógico suponer que el Guijón es el río Nilo.

En consecuencia, si no llevamos más adelante nuestro razonamiento, los cuatro ríos de Edén serían el Indo, el Nilo, el Tigris y el Éufrates, en ese orden. Es una hipótesis fascinante. Por lo que se sabe, sólo hay dos civilizaciones que rivalizan en edad con la de la región Tigris-Éufrates. Una surge en las orillas del Nilo, y la otra en la ribera del Indo.

Pero tal argumentación no puede ser exacta. Ni el Indo ni el Nilo se acercan en modo alguno al Tigris y al Éufrates. El punto máximo de acercamiento del Indo al Tigris-Éufrates está a dos mil kilómetros, y a mil quinientos del Nilo, de manera que no concuerda con la afirmación bíblica de que los cuatro ríos tenían un origen común. (Aunque en la Biblia no todo debe tomarse en sentido literal, hay ciertamente que suponer que los autores bíblicos sabían cuándo confluían cuatro ríos en una región que ellos conocían bien.)

Consideremos primero la tierra de Evila. Cualquiera que sea, no puede ser la India, ya que la palabra que designa a la India aparece en el libro de Ester, y en hebreo es «Hoddu». Luego se menciona más veces a Evila, especialmente en Génesis 25.18, donde se describe como parte de la región donde viven los descendientes de Ismael:

Génesis 25.18. Sus hijos habitaron desde Evila hasta el Sur, que está frente a Egipto, según se va hacia Asiria.

Es casi seguro que los ismaelitas eran tribus de la frontera arábiga, al sudeste de Canán y al sudoeste
del Tigris-Éufrates y, por tanto, sin tratar de asegurarlo categóricamente, podemos suponer que Evila estaba en algún lugar al sur del río Éufrates. Si ello es así, el Pisón podía ser un afluente del Éufrates que corriera en sus tramos más cortos desde Evila hacia el Sur y el Oeste. Quizá no fuese un río importante y tal vez desapareciera con la gradual desecación de la zona que tuvo lugar en épocas recientes. Incluso pudo ser un canal artificial que el autor bíblico confundiera con una corriente natural.

¿Y qué hay de Etiopía? Está muy lejos, en África. La palabra hebrea, que en la versión King James se traduce por Etiopía, es «Cus». Sin duda, en la Biblia hay ocasiones en que Cush se refiere efectivamente a la región sur de Egipto, y su traducción por Etiopía es justificada. Es muy probable que no se trate de ninguno de esos dos lugares. De hecho, en la Revised Standard Version, se dice que el Guijón rodea la «tierra de Cush». La palabra se deja en su forma hebrea y no se intenta igualarla con Etiopía.

La mayoría de las veces, la Cus bíblica se refiere a una tribu arábiga. Existe una razonable posibilidad de que la palabra «Cus» en Génesis 2.13 se refiera al país del pueblo que los antiguos geógrafos griegos llamaban kossaenos, y a quienes los historiadores modernos se refieren como kassitas. Habitaban al oriente del Tigris y tuvieron un período de grandeza en los siglos anteriores al surgimiento de Asiria, de 1600 a 1200 a.C. Si esto es así, el Guijón pudo ser un afluente, ya desaparecido, del Tigris, que corriera desde el Este; o posiblemente fuera otro canal artificial.

Así, pues, nos hemos quedado en la situación siguiente. El Pisón confluye con el Éufrates cerca de su embocadura, y el Guijón se une con el Tigris cerca de su desembocadura antigua. Los dos ríos dobles se unen luego en el nuevo territorio que más tarde fue formándose poco a poco. Los cuatro ríos convergen en una zona relativamente pequeña, y la civilización antigua que surgió en esa región puede representar el núcleo histórico de la historia del jardín de Edén. En el período primitivo tal región recibió un nombre que ahora transcribimos por «Sumer» o «Sumeria».

En lenguaje sumerio, la palabra eoden significa «llanura». Nadie sabe exactamente de dónde procedían los sumerios, pero si, como parece probable, entraron originalmente en la zona desde las regiones montañosas hacia el este, quizá pensaran ir «a Edén»; es decir, «a la llanura». Si es así, el término «Edén» puede apuntar concretamente a Sumeria, y su identificación con el posterior Edén de corriente arriba del Éufrates puede ser accidental (aunque ello nos situara en la posición correcta).

En hebreo, eden significa «placer» o «gozo», cosa que parece apropiada en relación con el jardín,
pero con toda probabilidad esto no es más que un afortunado accidente etimológico, porque el hebreo y el sumerio no son lenguas emparentadas. De hecho, el sumerio no tiene relación con ningún idioma conocido. Sin embargo, la significación accidental del hebreo contribuyó a afianzar la impresión de que Edén podría ser un término místico sin un sentido geográfico real, y de que el lugar originalmente habitado por la humanidad era simplemente «el jardín de las delicias», sin ningún nombre específico de lugar.

Aún es posible otra consideración. Hacia el 2500 aC, siglos antes del nacimiento de Abraham, los sumerios ya habían sobrepasado supunto culminante. Nuevas tribus procedentes del Norte, los acadios, conquistaron «la llanura», y los sumerios, como pueblo conquistado, debieron pasar tiempos difíciles y mirar al pasado con ojos nostálgicos, a los días grandiosos de «la llanura».

¿Puede el relato bíblico del glorioso jardín de Edén, perdido para siempre, haber sido un reflejo, cuando menos parcial, de la añoranza sumeria por un pasado que había desaparecido?

Siempre se ha dado por supuesto que el Jardín estaba cerrado, aunque ello puede deberse a que el término paradisos, versión griega del Jardín del Edén, significa “terreno cercado”. Con estos escasos elementos, poetas y pintores, comentaristas y teólogos vislumbraron imágenes del Edén, sirviéndose a menudo de otras tradiciones para completar sus propias interpretaciones.

Quizá el relato más antiguo sobre un paraíso date del segundo milenio antes de Cristo. El “Dilmun” sumerio, situado donde sale el sol, era la morada de los dioses, donde el dolor, la enfermedad y la vejez no existían, donde “el graznido de los cuervos no podía oírse”. Referencias más específicas a un jardín mágico (más parecido, sin embargo, al “jardín de Dios” del libro de Ezequiel que al Edén del Génesis) se hallan en la Epopeya de Gilgamesh, también sumeria. En ella, el héroe viaja a la cima de una montaña, “jardín de los dioses”, donde los matorrales relucían de gemas, los frutos eran de cornalina y las hojas de lapislázuli.

Las descripciones no bíblicas que más influyeron en las visiones cristianas posteriores del paraíso
fueron las de los poetas clásicos. En el siglo VIII a.C., el poeta épico griego Homero describió un lugar al que llamó Elíseo, situado en el extremo del mundo y carente de nieves y vientos, sólo recorrido por una suave brisa. Contemporáneo de Homero, el poeta Hesíodo, en cambio, puso el acento en una existencia idílica más que en el lugar mismo, y evocaba una era dorada en que la gente vivía en paz. Como Adán y Eva antes de la caída, nunca envejecían y, libres de fatigas, vivían de la abundancia de los frutos del lugar.

Homero y Hesíodo, así como los poetas romanos Virgilio y Ovidio, influyeron en la visión del jardín desde los inicios del cristianismo hasta más allá del Renacimiento. Por ejemplo, en su obra épica “El Paraíso Perdido”, el poeta inglés John Milton (1608-1674) describió el Jardín del Edén con detalles vivos. Era una meseta amurallada sobre una montaña escarpada y boscosa, adonde se llegaba por un empinado sendero. Plantas aromáticas como el mirto y el bálsamo perfumaban el aire, pleno de cantos de aves; los árboles ofrecían sombra, las fuentes y arroyos brindaban agua de sobra. El genio de Milton consistió en tomar fuentes bíblicas y no bíblicas para crear un conjunto coherente. La perpetua primavera del jardín y sus fértiles suelos procedían notoriamente del Elíseo clásico.

El jardín como banquete para los sentidos es uno de los rasgos del paraíso islámico, que, a diferencia del Jardín del Edén, se halla en el cielo, no en la tierra. Según el Corán, los musulmanes perseverantes serán recompensados en la otra vida con jardines de ubérrimas fuentes y manantiales, umbrosos árboles y cómodos divanes para recostarse. Ataviados con túnicas verdes de seda, los elegidos disfrutarán de alimentos en platos de plata servidos por vírgenes “tan bellas como corales y rubíes”.

 

En tanto que los estudiosos islámicos se ocupaban en recrear el paraíso en la tierra construyendo idílicos jardines, hasta la Edad Media los cristianos se obsesionaron con la idea de hallar el Jardín del Edén. Unos creían que había sido destruido por el Diluvio; otros, que había sobrevivido gracias a su enclave sobre una montaña. También se decía que estaba en una isla de Oriente: Sri Lanka fue su sede predilecta.

Se cree que la imposibilidad de dar con el Jardín del Edén fue lo que impulsó a los cristianos a seguir los pasos del Islam e intentar recrearlo. Para ello se basaron en la Biblia y los clásicos, no en el Corán, y, efectivamente, en los siglos XVI y XVII lograron forjar el paraíso en la Tierra en los jardines botánicos de Padua, París, Oxford y muchos otros lugares.
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martes, 16 de octubre de 2012

¿Dónde estaba el Jardín del Edén? (1)






En el libro del Génesis, el relato de la creación de Adán y Eva, su desgracia y su expulsión final del paraíso que Dios había dispuesto para ellos en la tierra ocupa el centro de las tradiciones judía y cristiana. La idea del Jardín del Edén ha hechizado la imaginación creativa de generaciones de pintores y escritores a través de los siglos.

El jardín más famoso del mundo era idílico, abundante en agua y alimentos. Adán y Eva tenían por compañía a “todas las bestias del campo y aves del cielo”. Los árboles ofrecían amplia sombra y un animado río recorría el terreno; una vez fuera se dividía en cuatro cauces: Pishón, Gilón, Tigris y Éufrates. Pero eso es todo lo que sabemos de él; su forma, tamaño y situación nos son desconocidos. El único árbol cuya presencia puede ser inferida con relativa certidumbre es la higuera, aunque tradiciones posteriores identificaron a la palmera con el árbol de la vida, y al árbol de la ciencia del bien y el mal, con el platanero.

Pero, ¿qué sabemos de cierto sobre el Jardín del Edén?

Tras haber formado al hombre, Dios le prepara también un lugar de residencia, y ello entraña la mención del primer nombre de lugar en la Biblia:

Génesis 2.8. Plantó luego Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente...
Nótese que lo que se llama Edén no es el propio jardín. No puede hablarse de «Edén» como si fuera sinónimo de jardín, lo mismo que no se puede hablar de «Aragón» como si fuese sinónimo del Parque de Ordesa.

El jardín se planta en alguna parte de una tierra llamada Edén, que se localiza «al oriente»; es decir, al oriente de Canán, que es el núcleo de referencia de la historia bíblica y el país tanto de los autores como de los lectores primitivos del Génesis. Entonces, la cuestión es: ¿dónde está Edén?

Ha habido numerosas respuestas a esta pregunta, algunas sumamente improbables, y no existe ninguna contestación concreta que sea aceptable para todos. Sin embargo, si siguiéramos la idea más sencilla y directa posible, surgiría una solución razonable.

En primer lugar, supongamos que consideramos a la geografía de la región no como era en la época en que los antiguos judíos creían que la creación había tenido lugar (aproximadamente en el 4000 a.C según la convención cronológica moderna), sino como existía en un tiempo posterior, cuando se escribió el texto del libro del Génesis. Hasta cierto punto, el Génesis se basa en tradiciones muy antiguas, pero tales tradiciones no se pusieron por escrito hasta el siglo IX a.C como muy pronto. Algunas partes del libro no se escribieron hasta varios siglos después, y su conjunto no se unificó y no recibió la forma que ahora conocemos hasta el siglo V a.C.


Por tanto, las referencias geográficas del Génesis deben remitirse a la etapa que va desde el siglo IX al siglo V a.C (el período asirio y algo después), cuando la situación poseía sentido para el escritor y para el lector.


Así, si alguien fuera en la actualidad a escribir un libro sobre los indios norteamericanos del siglo
catorce, bien podría escribir acerca de «las tribus indias que habitaban lo que ahora son los Estados Unidos». Para ahorrar espacio, podría hablar de manera elíptica de «los indios de los Estados Unidos», dando por sentado que los lectores comprenderían que los Estados Unidos no existían realmente en el siglo catorce y no se confundirían. En la antigüedad, cuando todos los ejemplares de un libro se hacían a mano y no a imprenta, la necesidad de ser parco con las palabras era mucho mayor. No podía esperarse que alguien escribiera: «Y Yahvé Dios plantó un jardín al oriente de la tierra que ahora llamamos Edén».

De modo que debemos preguntarnos dónde estaba Edén durante el período asirio; y la Biblia nos lo dice con toda claridad. En varias ocasiones se refiere a Edén no como un primitivo emplazamiento místico de un jardín por el que vagaban Adán y Eva, sino como una tierra prosaica y cotidiana que los asirios conquistaron en el siglo VIII a.C.

Así, cuando las huestes asirias de Senaquerib sitiaron Jerusalén en el 701 a.C, enviaron un mensaje a los hombres que guardaban las murallas de la ciudad, advirtiéndoles de que no confiaran en su Dios para salvarse, pues los dioses de otras naciones no habían evitado que éstas fuesen conquistadas por los asirios:

2 Reyes 19.12. Los dioses de los pueblos que mis padres han destruido, ¿los libraron en Gozán, Harán, Resef, y libraron a los hijos de Edén, que habitan en Telasar?

Telasar es el nombre de una provincia asiria, mencionada como Til-asuri en inscripciones asirias. Se extiende a ambos lados de los tramos medios del río Éufrates, de manera que está efectivamente situada «al oriente» de Canán, a unos seiscientos kilómetros hacia el Este, para ser más exactos. Y aun así, no es necesario suponer que el escritor bíblico se refiriese a la zona concreta, relativamente pequeña, de Edén en la provincia de Telasar. Con el tiempo, los nombres de lugares tienden a dilatarse y diluirse. De ese modo, «Asia», que originalmente aludía a la región occidental de lo que ahora es el Estado de Turquía, se extendió para incluir todo un vasto continente, mientras que «África», que en principio señalaba la parte norte de lo que hoy es la nación de Túnez, se amplió para abarcar un continente casi igual de grande. En consecuencia, Edén bien pudo utilizarse no sólo como un término geográfico específico, sino también en un sentido bastante general para todo el valle del río Éufrates.

Esto también es probable, porque si la Biblia hace de Edén el país original de la raza humana, la arqueología ha revelado que en las orillas del río Éufrates surgió una de las primeras civilizaciones, si no la más antigua. Hacia el 3000 a.C, ciudades florecientes salpicaban las riberas del Éufrates, una compleja red de canales de irrigación estaba en funcionamiento, se inventaba la escritura y, en general, existía el hombre civilizado.

En la época en que el libro del Génesis recibió su definitiva forma escrita, el redactor que ordenaba los textos de las diversas fuentes debió comprender que «Edén» se había convertido en un término vago, y se dispuso a delimitar el emplazamiento del jardín en términos más precisos que sin duda tenían más sentido en su tiempo, pero que con el paso de más de dos mil años se han hecho mucho menos claros. Establece su definición situando a Edén y su jardín en la confluencia de ríos importantes o cerca de ella:

Génesis 2.10. Salía de Edén un río que regaba el jardín y de allí se partía en cuatro brazos.


Génesis 2.11. El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda la tierra de Evila, donde abunda el oro,

Génesis 2.12. Un oro muy fino, y a más también bedelio y ágata;

Génesis 2.13. Y el segundo se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus;

Génesis 2.14. El tercero se llama Tigris y corre al oriente de Asiria; el cuarto es el Éufrates.
Los ríos se mencionan en orden de familiaridad creciente respecto al escritor, de manera que éste se limita a aludir al Éufrates. No cree necesario situarlo mediante la descripción de las regiones que atraviesa. Ello es comprensible porque el Éufrates era bien conocido por los judíos del período asirio e incluso de antes, y había partes de él que no estaban muy alejadas. De hecho, en tiempos de David, cuando el reino judío era más extenso y poderoso, su frontera más al norte quedaba en la parte alta del Éufrates.

Los asirios llamaban al Éufrates «Pu-rat-tu», palabra derivada de un término aún más antiguo que significa «río grande». El término hebreo que se utiliza en la Biblia es «Perat», forma clara del nombre asirio; la palabra «Éufrates» se acuñó con los griegos, que convirtieron las extrañas sílabas asirias en una forma que tenía más sentido a sus oídos. (La Biblia nos ha llegado, en gran medida, del hebreo; primero a través del griego y, luego, del latín. Por tanto, muchos nombres hebreos vienen en forma grecolatina. En general, la versión católica de la Biblia se atiene más estrechamente al grecolatino, mientras que la King James y, aún más, la Revised Standard Version tienden a volver al hebreo original.)

El Éufrates es realmente un «río grande». Es el más largo del suroeste de Asia, y su curso mide 2.760
kilómetros. Nacen dos corrientes en la Turquía oriental, la más al norte a sólo 115 kilómetros del mar Negro. Discurren separadamente hacia el Oeste durante 360 kilómetros y luego se unen para formar el Éufrates. Fluye entonces el río hacia el Sur y se acerca a 160 kilómetros del Mediterráneo, entra en Siria y tuerce al sudeste, dejando Siria y pasando por Irak hasta que finalmente vierte sus aguas en el golfo Pérsico. Aunque nace y pasa muy cerca de mares abiertos al océano Atlántico, el río llega al fin al océano Índico.

Es un río lento, navegable durante bastante distancia. Durante la primavera, la nieve se funde en la zona montañosa de su manantial y produce un incremento de su cauce dando lugar a una crecida lenta y potencialmente útil. Adecuadamente controlado, ese abastecimiento de agua puede emplearse para convertir las tierras aledañas en un jardín fértil y productivo, y a lo largo del período bíblico los canales de irrigación se utilizaban de esa manera.

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domingo, 7 de octubre de 2012

1968-La captura del USS Pueblo



En 1968, las relaciones de Estados Unidos con Corea del Norte atravesaban un momento difícil –de hecho no se llegó a firmar un armisticio tras las hostilidades del período 1950-53. Entonces, el buque de reconocimiento USS Pueblo fue capturado frente a las costas de Corea del Norte, poniendo en una situación altamente precaria las vidas de sus tripulantes.
La noche del 22 de enero de 1968, en las gélidas aguas del mar de Japón, a unos 40 km de Corea del Norte, el barco de espionaje USS Pueblo, estaba controlando las emisiones de radio procedentes de Corea del Norte. A bordo se encontraban seis oficiales, 75 marineros y dos civiles trazando mapas del océano.

El USS Pueblo, que era un buque de carga reconvertido de 906 toneladas de peso, había salido de la base naval norteamericana de Sasebo, en Japón, el 5 de enero. Esta era su primera misión. En Japón, su capitán, el comandante Lloyd M.Bucher, había recibido instrucciones estrictas del almirante Frank Johnson, comandante de las fuerzas navales norteamericanas en Japón, de no infringir el límite de veinte kilómetros de las aguas territoriales norcoreanas.

Estados Unidos había librado una guerra sangrienta con Corea del Norte y China entre 1950 y 1953. En ese momento, las fuerzas norteamericanas estaban concentradas en Vietnam. Corea del Norte siguió siendo un país enigmático y hostil, que continuó suponiendo una amenaza que requería una fuerte presencia en Corea del Sur. Oficialmente, la guerra de Corea nunca había terminado y los negociadores de americanos y norcoreanos seguían reuniéndose en la frontera de Panmunjong.

El espionaje electrónico por parte del USS Pueblo le permitía a Estados Unidos y a Corea del Sur ser advertidos de un ataque sorpresa de Corea del Norte. Además, la armada norteamericana quería obtener información sobre los buques soviéticos que operaban en la zona.

Hacia las diez de la mañana del día 22 de enero, un buque patrulla norcoreano, surgió de la oscuridad y pidió al Pueblo que se identificara. Bucher contestó que era un buque de la marina norteamericana. El buque coreano le ordenó que se pusiera al pairo y amenazó con abrir fuego. El Pueblo contestó que se encontraba en aguas internacionales.

Después de una hora, durante la cual el buque patrulla siguió rodeando al norteamericano, otros tres buques norcoreanos aparecieron y dos cazas Mig se aproximaron a la zona. Los buques patrulla estaban ambos armados con cañones de 23 mm y podían alcanzar velocidades de hasta cuarenta nudos (74 km/h). El USS Pueblo sólo tenía dos ametralladoras y alcanzaba doce nudos (22 km).

De repente, un cañonazo alcanzó el USS Pueblo, hiriendo a cuatro hombres, uno de ellos de muerte. A las 11.45 pm, los norcoreanos abordaron el barco y el comandante Bucher se rindió ya que “no quería provocar una carnicería”.

Abajo, la tripulación trataba desesperadamente de destruir el valioso material electrónico. Cuando le preguntaron si los equipos y el material de inteligencia habían sido destruidos antes de la rendición, el comandante Bucher admitió que “en realidad no pudimos completarla”.

Los norcoreanos enviaron a uno de sus pilotos a bordo del Pueblo y obligaron al barco a seguir a los
buques patrulla hasta el puerto de Wonsan. Se acababa de convertir en el primer buque de guerra norteamericano capturado en alta mar desde la guerra de 1812 contra Gran Bretaña.

En la comisión de armisticio en Panmunjong, el mayor Pak Chung Kook, que dirigía la delegación norcoreana, describió el USS Pueblo como un “buque espía armado de la agresiva marina imperialista americana, equipado con todo el material necesario para llevar a cabo tareas de espionaje”. Según él, la tripulación era “un grupo de piratas que se había metido en nuestras aguas territoriales”.

En estas condiciones, la vida para la tripulación del USS Pueblo, capturado en Corea del Norte, se
complicó desde el principio. La deficiente alimentación de la prisión y los asaltos fortuitos de sus carceleros, dejaron a los hombres flacos y heridos. En una ocasión, los norcoreanos alinearon a la tripulación para una fotografía “oficial” para que se viera que los trataban bien. En un pequeño acto de rebeldía, dos marineros hicieron un discreto gesto obsceno. Cuando se publicó la fotografía en Estados Unidos, los pies de foto atraían la atención de los lectores hacia dichos gestos. Cuando los norcoreanos recibieron las publicaciones norteamericanas y leyeron los pies de foto, según uno de los marineros, “se cabrearon muchísimo y me golpearon”.

El comandante Bucher estuvo recluido en una celda de aislamiento. A pesar de que le golpearon, dijo que los otros miembros de su tripulación lo habían pasado peor en este sentido. Sus carceleros le aplicaron una fuerte presión psicológica al comandante diciéndole que su tripulación sufriría si se negaba a hacer propaganda de Corea del Norte. Los norcoreanos dijeron que empezarían a matar a un miembro de la tripulación cada día, comenzando por el más joven y ascendiendo progresivamente hasta el mayor de ellos, a no ser que el comandante accediera a emitir mensajes propagandísticos. Bucher les dijo a sus carceleros que comenzaran matándolo a él.

La primera “confesión” llegó el 24 de enero, cuando Bucher dijo que la operación había sido financiada por la CIA, “que le prometió que si esta tarea se realizaba correctamente, nos ofrecerían un buen puñado de dólares a todos los miembros de mi tripulación y especialmente a mí”.

Aunque esta infantil declaración sonaba muy claramente como propaganda comunista, su afirmación de que había realizado actividades de espionaje en Wonsan, Chongjin y otros puertos norcoreanos, incluidas las “instalaciones de radar de los puertos, el número de barcos que entraban y salían de los mismos y la maniobrabilidad de los buques del Ejército Popular de Corea”, podría parecer una versión parcialmente ajustada de su misión.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos contestó a esta declaración afirmando que “el comandante Bucher es un oficial de la Marina al mando de un buque y llevando a cabo una misión puramente naval. No está empleado por la Agencia Central de Inteligencia, y esta organización no le prometió nada. Ni tampoco lo están ninguno de los miembros de su tripulación…”.

En una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el representante de Estados Unidos afirmó que: “el Pueblo tenía tan poco armamento que los norcoreanos, en una de las conversaciones que hemos localizado, lo tildan de buque desarmado”. Dijo además: “Puedo añadir que… los buques soviéticos realizan el mismo tipo de tareas exactamente que el Pueblo, navegando mucho más cerca de las aguas jurisdiccionales. De hecho, ahora mismo, un buque soviético se encuentra en el mar de Japón, cerca de la costa surcoreana”.

En Washington, el presidente norteamericano Lyndon B.Johnson, ordenó que se reclutaran 14.700 soldados de la reserva marítima y aérea, mientras que dos escuadrones de cazas norteamericanos fueron trasladados desde Okinawa, Japón, a aeropuertos de Corea del Sur. Un batallón de la marina norteamericana basado en torno al portaaviones USS Enterprise se trasladó a una posición a 320 km de Wonsan.

El 12 de febrero, el comandante Bucher emitió una segunda “confesión” en la emisora de radio de Pyongyang, en la cual afirmaba que la “información secreta de espionaje” recogida por el Pueblo había caído en manos norcoreanas. Cuatro días más tarde, se transmitió una excusa colectiva de la tripulación en la cual admitían que habían cometido un “grave crimen”.

El 4 de marzo, una carta de 800 palabras de la tripulación, dirigida al presidente Johnson, fue entregada en Panmunjong. En ella pedían ayuda para su repatriación y de nuevo admitían haber violado las aguas norcoreanas. En la carta se afirmaba que la tripulación del Pueblo estaba siendo tratada humanamente y que los heridos se estaban recuperando. En realidad, la tripulación, en palabras del comandante Bucher, “estaba siendo sometida a una tortura psicológica continua”.

Hicieron falta 11 largos meses de negociaciones y 28 encuentros en Panmunjong antes de que
liberaran a los 82 miembros de la tripulación y el cadáver de la única víctima, a las 11.30 am del 23 de diciembre de 1968. Los norcoreanos pidieron que el jefe de negociaciones de Estados Unidos, el general Gilbert H.Woodward, firmara un documento en el cual “el gobierno de Estados Unidos de América… asume toda la responsabilidad y pide perdón por el grave acto de espionaje cometido por el buque norteamericano contra la República Democrática de Corea, al violar sus aguas territoriales”.

Antes de firmar el documento, Woodward afirmó “no existe prueba alguna de que el buque entrara en ningún momento en las aguas territoriales de Corea del Norte” y que “no podemos pedir perdón por acciones que creemos que no se cometieron”.

El Secretario de Estado norteamericano Dean Rusk, afirmó a su vez que “si me pregunta por qué estas dos declaraciones contradictorias fueron la clave de la liberación de nuestros hombres, más vale que se lo pregunten a los norcoreanos. No conozco ningún precedente en mis 19 años de servicio público. El caso es que nuestros hombres están libres y que nuestra posición sobre los hechos relacionados con este asunto, no ha cambiado”.

Ambas partes quedaron satisfechas. La tripulación fue liberada y trasladada a San Diego para reunirse con sus familias. Desde la cama del hospital, el demacrado y agotado comandante Bucher dio su versión del incidente.

En mayo de 1969, el tribunal de investigaciones de Estados Unidos, afirmó que el comandante
Bucher debía ser juzgado por un tribunal militar por la pérdida de su barco; así como el teniente Stephen Harris, el oficial a cargo del equipo de a bordo. Se recomendó a su vez que el oficial ejecutivo Edward Murphy, el almirante Frank Johnson y el capitán Everett Gladding, director del grupo de Seguridad Naval en el Pacífico, debían recibir cartas de reprimenda.

John Chafee, Secretario de Estado de marina, cambió la sentencia y dijo que no se debía aplicar ninguna medida disciplinaria a los hombres involucrados en el caso Pueblo. La corte de investigaciones, apuntaba Chafee, había demostrado que el comandante Bucher había mantenido la moral de sus hombres de una manera ejemplar y que había demostrado dotes de mando a lo largo del cautiverio de la tripulación.

El espionaje electrónico desde buques que patrullan junto a costas extranjeras, continúa siendo parte de los servicios internacionales de inteligencia. Los satélites en órbita alrededor de la Tierra fotografían objetivos específicos y escuchan telecomunicaciones militares y de otro tipo. Los aviones de reconocimiento y los aparatos submarinos de escucha llevan a cabo tareas similares, al igual que las instalaciones de espionaje terrestres, fijas y móviles. Pero las personas involucradas en estas misiones de inteligencia son conscientes de que se exponen al mismo trato que sufrió la tripulación del USS Pueblo.
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miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Por qué los ingleses conducen por la izquierda?


Esto que hoy día constituye la excepción, fue en otro tiempo la norma. En todo el mundo, cuando los viajeros atravesaban el campo para dirigirse de un lugar a otro, lo hacían marchando por la izquierda del camino. Porque a lo largo de esas caminatas a través de kilómetros de bosques y llanuras, nuestro viajero se podía encontrar en cualquier momento con un malhechor y antes de cruzarse con él, nada permitía adivinar si venía en son de paz o de guerra.

Por eso el viajero se protegía y estaba listo para echar mano a la espada, que llevaba a la izquierda, con la mano derecha. Y para poner de su lado la suerte, más valía caminar por la izquierda para controlar la amplitud de su gesto cuando hacía frente al asaltante. Por razones parecidas, los caballeros circulaban también por la izquierda.

Un elemento de utilidad vino a reforzar esta práctica. A lo largo de los siglos, las rutas se fueron jalonando de pequeños bolardos que permitían a los caballeros, vestidos a veces con sus pesados accesorios (armaduras, espadas) montar a caballo más fácilmente. Y como la espada se llevaba a la izquierda, la costumbre era montar por la derecha sobre la izquierda del animal. Incluso sin espada, los caballeros ya montaban y desmontaban por la izquierda del animal. Sea como fuere, para utilizar esos bolardos el caballero se mantenía a la izquierda del camino. Y, una vez a caballo, tenía la tendencia a seguir por esa mano.

Sin embargo, hasta mediados del siglo XIII ningún país sintió la necesidad de regular el flujo circulatorio. El papa Bonifacio VIII (1235-1303), el que dijo que “todos los caminos conducen a Roma”, se puso rápidamente manos a la obra y aconsejaba a los peregrinos que acudían a la Ciudad Eterna que anduvieran por la izquierda del camino. Ese edicto papal hizo que todos los caballeros de la Europa Occidental circularan por la izquierda durante más de cuatro siglos.

 


La revolución se produjo hacia finales del XVIII con la llegada al mercado americano de un nuevo tipo de vehículo: la conestoga. Esta enorme carreta tirada por seis u ocho caballos emparejados y dotada de cuatro grandes ruedas, fuerte y manejable, se utilizó al principio para transportar trigo por los valles de Pensilvania. Muy apreciada por su funcionalidad, rápidamente se impuso en los estados vecinos. Después la conestoga se hizo indispensable como medio de transporte de todo tipo de mercancías. Y en Europa se empezaron a utilizar unas carretas parecidas.

Característica especial de esta carreta es que no tenía asiento para el cochero. Y, desafiando el sentido de la historia, este pequeño detalle modificó al menos el sentido de la circulación porque, para conducir la carreta, el cochero iba montado en el caballo de la izquierda de la última pareja (la más cercana al carro), un lugar estratégico para controlar mejor todo el tiro utilizando eficazmente el látigo con la derecha. Las carreteras eran generalmente estrechas para este tipo de vehículo y, al cruzarse con otro, el cochero podía vigilar mejor la maniobra volviéndose hacia atrás, evitando por ejemplo que las ruedas chocaran.

En 1792, Pensilvania adoptó la primera ley que hizo oficial la conducción por la derecha. Los demás estados siguieron el ejemplo.

La mayor parte de los países europeos ya tenían carretas parecidas, y el mismo uso dio origen a las mismas consecuencias. Además, la llama revolucionaria francesa aprovechó para anular una costumbre decretada por un Papa y, a finales del siglo XVIII, Francia circulaba ya por la derecha, una costumbre que Napoleón impuso en todos los países que invadió.

Todo el mundo sabe que Gran Bretaña escapó a las garras del emperador. Pero la razón que diferencia
hoy a los británicos por su modo de conducir procede también de las carretas. Porque los británicos no adoptaron la conestoga, sino que prefirieron un modelo más pequeño, tirado casi siempre por dos caballos y, “British confort” obliga, con asiento para el cochero.

Con tal vehículo, el cochero se situaba naturalmente a la derecha del asiento, sobre todo para no molestar a un posible pasajero con el famoso látigo que blandía con la mano derecha. De esta manera circulaba por la izquierda del camino para vigilar la maniobra en los cruces. Por eso los ingleses siguen circulando por la izquierda de la calzada, igual que otros países que en el siglo XIX pertenecieron al imperio británico.
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