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jueves, 14 de marzo de 2013

El sistema de castas del hinduismo





Para millones de hindúes distribuidos por todo el mundo, el sistema de división social, conocida en Occidente como “castas”, tiene suma importancia. Las castas afectan al trabajo que tienen que escoger, la elección de sus parejas, la comida que han de comer o evitar y muchas otras consideraciones. La palabra procede del portugués “casta”, pero los hindúes reconocen cuatro categorías sociales conocidas como varnas (“colores”), que están subdivididas en incontables grupos ocupacionales o jatis.

Los cuatro varnas derivan de la cultura de los antiguos invasores arios de la India y sus escrituras védicas de las que hablaremos en otra entrada posterior. Son, en orden descendente: brahmines o brahmanes (sacerdotes, profesionales); kshatriyas (dirigentes, administradores, soldados); vaishyas (campesinos-granjeros, mercaderes); y shudras (artesanos). Estas categorías se basaban originalmente en las cualidades naturales y funciones de las personas y no eran divisiones rígidas como lo fueron más tarde.

Aun cuando la casta de una persona no puede alterarse tradicionalmente durante el curso de su vida, el movimiento hacia otra casta puede tener lugar en una futura reencarnación. Esto depende del karma de una persona, una palabra que tiene dos significados: “acción” y “los resultados buenos o malos de todas las actividades físicas y mentales”. Los hindúes creen que el efecto de las acciones de una persona está unido a su alma (atman) durante el largo, pero no eterno, ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación llamado samsara.

Una persona lleva el peso del karma de una existencia a otra, que va aumentando o disminuyendo por su actividad durante esa existencia. El Bhagavad Gita, una famosa y apreciada escritura que está incluida en el poema épico Mahabharata, declara que el karma de las acciones involuntarias no ata el alma al samsara. En otras palabras, cada alma, durante un número de vidas, puede lograr la liberación (moksha) rompiendo el ciclo de samsara al poner en práctica acciones desprendidas y generosas. De esta forma, el karma puede verse como una fuerza positiva, mejor que el concepto fatalista que a menudo parece.

Para los hindúes “nacidos dos veces” –los pertenecientes a las tres primeras varnas, lo explico más adelante- hay tradicionalmente cuatro etapas en la vida. Éstas se conocen como los cuatro ashramas y consisten en: Brahmacharya, la etapa del estudiante célibe; Grihasthya, la etapa de la persona casada; Vanaprasthya (“vivir en el bosque”), la etapa del retiro; y finalmente, Sannyas, la etapa en la que se renuncia a las preocupaciones del mundo. La mayor parte de la gente pasa por las tres primeras etapas cumpliendo deberes para consigo mismo, para con sus familias y la comunidad. Muy pocos entran en la cuarta, opcional. Esto supone convertirse en un sannyasin, un vagabundo sin hogar, dependiendo de los demás para comer, meditando acerca de Brahman o espíritu universal, y buscando la liberación del ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación.

Las escrituras hindúes recomiendan 16 ritos de paso en la vida de una persona, pero muchos hindúes experimentan sólo la iniciación, el matrimonio y los rituales de cremación. Sin embargo, los chicos de las tres primeras varnas (Brahmin, Kshatriya y Vaishya) pueden someterse a una ceremonia en la que son investidos con el “hilo sagrado”, lo que significa un segundo nacimiento; por ello se llama a las personas de las tres primeras varnas las “nacidas dos veces”.

El ritual lo realizan el muchacho y su padre mientras un sacerdote familiar canta mantras (versos
sagrados). Antes de la ceremonia, el muchacho toma su última comida “infantil” con su madre, comiendo ambos del mismo plato. Luego el chico reza al dios del sol, presenta ofrendas de mantequilla clarificada al dios Agni (fuego) y es investido con el hilo sagrado, un cordón blanco que se lleva colgando del hombro izquierdo y por debajo del brazo derecho a partir de ese día.

El muchacho también reza al dios del sol para pedirle inteligencia, y aprende los versos Gayatri del Rigveda como principio simbólico de sus estudios de las escrituras: “Meditamos acerca del excelente poder del dios del sol, el que sostiene la tierra, el espacio y los cielos. Que el dios del sol estimule nuestro intelecto”. El chico ha alcanzado entonces su madurez espiritual.

A las cuatro castas o varnas que vimos más arriba se añadió más adelante –pero no se incluyó dentro de su estructura- un quinto grupo, probablemente hacia el año 1000 a.C.. Este grupo consistió originalmente en los habitantes originarios de la India, que estaban obligados por sus amos arios a llevar a cabo los trabajos sociales más “sucios”, entre ellos curtir el cuero y sacar a los animales muertos de sus pueblos.

A causa de la naturaleza sucia y espiritualmente contaminante de su trabajo, estos no arios vivían en zonas especiales de los pueblos, separados de los que hacían trabajos “limpios”. Incluso hoy en día existe este tipo de segregación. Anteriormente, este quinto grupo se conocía como los “intocables”; en el siglo XX, Mahatma Gandhi, les llamó harijans (“Hijos de Dios”), pero ahora prefieren llamarse a sí mismos dalit (“deprimidos”).

Desde aproximadamente el 300 a.C. en adelante, los grupos ocupacionales o jatis, evolucionaron dentro del marco del varna. En un momento dado, esos jatis se volvieron hereditarios y exclusivos, dando lugar a costumbres distintas y reglas prohibitivas. Ahora hay miles de jatis.

En la India moderna, la administración de las castas depende en principio de la cuestión de la pureza y contaminación rituales. Los hindúes creen que pueden ser contaminados por las castas inferiores, por la proximidad, comiendo comida cocinada por un miembro de una casta inferior, o bebiendo agua del mismo pozo. Sin embargo, los hindúes de casta baja no pueden llegar a ser más puros asociándose con aquellos que están por encima.

Como todos los hindúes tienen ahora derecho a la educación, pueden aprender cosas que se apartan
de las asociadas con su casta, concepto ya menos importante en cuanto al empleo. En las grandes ciudades de la India, las barreras de casta en asuntos como el de comer juntos o mezclarse socialmente han desaparecido; la discriminación por asuntos de “intocabilidad” es ilegal desde 1950, y lugares “reservados” para la educación y los trabajos han dado mayores oportunidades a los dalits. Pero a pesar de los intentos oficiales por crear una sociedad más justa, las castas siguen siendo importantes, sobre todo en lo que se refiere al matrimonio y en las áreas rurales.

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