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martes, 29 de octubre de 2013

Sergei Brin y Larry Page - los padres de Google



 Dos estudiantes universitarios y un solo anhelo: ser los más rápidos a la hora de hacer una búsqueda en Internet. Con un diseño sencillo, simple y directo, el logo de Google es la primera imagen que multitud de usuarios ve cada mañana. El juego de construcciones Lego inspiró los colores de sus letras.

¿Alguien sabe lo que es un googol? El término fue acuñado por Milton Sirotta, un niño de 9 años, sobrino del matemático estadounidense Edward Kasner, quien le preguntó cómo podría denominar al número más grande de todos, un 10 elevado a cien, o, lo que es lo mismo, un uno seguido de cien ceros. Googol es también el nombre que el estadounidense Larry Page y el ruso Sergey Brin pensaron que mejor le venía a su recién creado motor de búsqueda en Internet, que pretendía ser ese lugar donde encontrar cualquier cosa –libros, artículos, una biografía, canciones…- lo más rápido posible. Pero Page se equivocó, y al registrarlo bailó el orden de las letras, dejando escrita para la posteridad una palabra que ya es universal: Google.

Page, ingeniero informático, y Brin, licenciado en Ciencias Matemáticas, se conocieron en 1995 en la Universidad de Stanford (California), en unas jornadas de orientación para futuros doctores. Al principio no congeniaron, pero su interés por la World Wide Web –sistema de distribución de información basado en hipertextos enlazados y accesibles a través de Internet- acabó por unirles definitivamente. Su objetivo era el mismo: crear una nueva familia de algoritmos para poder asignar de forma numérica la relevancia de diferentes documentos –las páginas web- indexados por un motor de búsqueda. ¿El resultado? Algo que llamaron BackRub, predecesor de Google, casi tan perfecto que los dos nuevos amigos decidieron olvidarse de la Universidad, pedir dinero a profesores y familiares y alquilar un garaje en Menlo Park (California) para mejorar su pequeña gran creación. Así daba sus primeros pasos Google Inc., cuyo famoso buscador comenzó a funcionar el 27 de septiembre de 1998.

Poner en orden el amplísimo mundo de Internet fue la prioridad de ambos jóvenes, que pronto
recibieron inyecciones económicas de promotores que creyeron en ellos, como Andy Bechtolsheim, fundador de Sun Microsystems, que les extendió un cheque por 100.000 dólares ese mismo año, y Kleiner Perkins Caufield & Byers y Sequoia Capital, dos de las firmas de capital riesgo más relevantes de Estados Unidos. Entre ambas pusieron sobre la mesa 25 millones de dólares y entonces sí, todo comenzó a rodar.

Con un servidor con 80 CPUs y dos routers HP, Google arrancó para quedarse por mucho tiempo en nuestras vidas. En su primer año de funcionamiento las cifras ya eran escandalosas: 24 millones de páginas catalogadas y 10.000 consultas diarias, que llegarían a convertirse en medio millón en muy poco tiempo. Con empleados en nómina y una estrategia de futuro bien diseñada, abandonaron el mítico garaje y se trasladaron a Palo Alto, desde donde firmaron un contrato con RedHat, compañía que empezó a suministrar el sistema operativo Linux para los servidores de Google.

A pesar de que no se conocen las cifras exactas, se estima que Google mantiene en la actualidad más de 450.000 servidores ordenados en racks de clusters en varias ciudades del mundo. La presencia de centros de datos en diferentes puntos es lo que permite una respuesta lo suficientemente rápida a las peticiones de los usuarios, que llegan a alcanzar los 200 millones al día. El 19 de agosto de 2004, Google entró en los mercados de cotización dentro del índice tecnológico Nasdaq de la Bolsa de Nueva York. Sus acciones se pusieron a la venta a 85 dólares, aunque a lo largo de la sesión superaron los 200. Page y Brin vendieron buena parte de las suyas y se convirtieron, con poco más de 30 años, en dos de los hombres más ricos del sector informático.

Con el paso de los años Google ha añadido innumerables posibilidades a las funciones originales de
su motor, pero su filosofía sigue siendo la misma: organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil. En ese empeño, la empresa no ha dejado de invertir en nuevas tecnologías que mejoran la vida de los usuarios. Hablamos de Google maps, para ubicar cualquier calle o ciudad; del correo electrónico Gmail, disponible en 39 idiomas; de Google Earth, con imágenes a escala de edificios y lugares; del agregador de noticias Currents o del sistema operativo móvil Android. El gigante de las búsquedas es, además, el candidato más firme a convertirse en el gran dominador de la telefonía móvil del futuro, puesto que todo parece indicar que ésta va a estar cada día más vinculada a Internet.

A Larry Page –hoy Consejero Delegado de Google- y Sergey Brin –director de proyectos especiales- les debemos que el mundo sea hoy más fácil de comprender. O quizás no tanto. La última idea de Google es crear un sistema de manejo de coches sin conductor, para reducir así el número de accidentes en carretera, favorecer el ahorro de energía y hacer de las autopistas lugares más seguros. Su función social continúa creciendo incluso fuera de la red. Algo que se siente y se aprecia en su sede en Mountain View, donde los empleados tienen a su disposición máquinas de helado, salas de masajes y hasta dos chefs, que preparan al momento comida orgánica. Crear ambientes de trabajo sanos y positivos es hoy una clave para el éxito.

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