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lunes, 29 de diciembre de 2014

El Opus Dei - El legado de Escrivá de Balaguer




El Opus Dei es un instituto de sacerdotes y laicos fundado en 1928 por el hoy beato Josemaría Escrivá de Balaguer. Para sus adeptos, se trata de una organización de cristianos de toda clase y profesión reunidos para vivir las virtudes cristianas con intensidad. Para sus detractores, si la religión fuera el opio del pueblo, el Opus Dei sería heroína pura: una secta opresiva, elitista, materialista y sexista que se halla en decadencia.



En las “Constituciones de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei”, se lee: “El Instituto, cuyo título es Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei, pero con nombre abreviado Opus Dei, es un Instituto Secular consagrado a la adquisición de la perfección cristiana en el mundo y al ejercicio del apostolado. La denominación de Opus Dei corresponde al Instituto en su totalidad; sin embargo, hay en él una cierta agrupación de miembros, a la que se da el nombre de Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, que consta de sacerdotes del Instituto y algunos laicos que a juicio del Padre se consideran mejor dispuestos para recibir en su día el sacerdocio”.

El Opus Dei (“Obra de Dios”) fue fundado el 2 de octubre de 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, un joven sacerdote nacido en Barbastro en 1902 en el seno de una familia acomodada de comerciantes catalanes. Tras licenciarse en Derecho y ordenarse sacerdote en Zaragoza, se trasladó a Madrid, donde se doctoró. En 1946, se trasladó a Roma, donde se asentaría definitivamente hasta su muerte, el 26 de junio de 1975. El 17 de mayo de 1992, fue beatificado por el papa Juan Pablo II.

De entre todos los libros publicados por Escrivá –Surco, Forja, Santo Rosario, Via Crucis, Amigos de Dios o Es Cristo que pasa-, destaca “Camino” –publicado en 1934 con el título “Consideraciones espirituales” y renombrado “Camino” en la edición de 1939 –por ser el principal manual del Opus Dei. “Camino” es un vademécum con 999 máximas o consejos sobre las actitudes que debe seguir el cristiano en los diferentes ámbitos de la
vida. Así, hay máximas sobre: el carácter –por ejemplo, la 22: “Sé recio, sé viril, sé hombre, y después… sé ángel”-, la oración –“Primero, oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en tercer lugar, acción”-, la mortificación –“Donde no hay mortificación no hay virtud”-, la penitencia –“Di a tu cuerpo: prefiero tener un esclavo a serlo tuyo”-, el estudio –“Al que pueda ser sabio no le perdonamos que no lo sea”-, la discreción –“De callar no te arrepentirás nunca, de hablar, muchas veces”- o el apostolado –“¿por qué no te entregas a Dios de una vez…, de verdad…ahora?”-.

Los Miembros se pueden dividir –de abajo arriba- en: cooperantes, supernumerarios, oblatos, numerarias sirvientes –sólo en la Sección Femenina- y numerarios. En cuanto a los Directivos –de arriba abajo-: padre, vicepresidente, secretario general, procurador general, sacerdote central, vicesecretarios, prefecto de estudios, enviados, administrador general y, en cada una de las sedes, director, subdirector y secretario.


En las 479 normas básicas de las Constituciones de la Sociedad Sacerdotal y Opus Dei, redactadas –en latín- en 1950, se regula entre otras muchas cosas, lo siguiente:

- El objetivo general del Instituto es la santificación de los miembros mediante el ejercicio de los consejos evangélicos y la observancia de sus normas (Norma 3.1). el específico es intentar que la clase intelectual y aquella que dirige la sociedad civil en razón de su sabiduría, los cargos que ejerce o la dignidad por la que destaca, se adhiera y aplique los preceptos cristianos (3.2).
- Sólo son miembros en sentido estricto los socios numerarios y los oblatos, pero también pertenecen al Opus como supernumerarios todos aquellos hombres y mujeres, solteros o casados, que, movidos por una vocación apostólica y un deseo de perfección, quieran cooperar con los fines del Instituto (26). Su incorporación exige la pronunciación de un voto privado de castidad (157).
- Para la admisión de numerarios se requiere que el candidato posea un título académico secular de una universidad pública (35). Los miembros numerarios antes de la Fidelidad (ceremonia de admisión) han de redactar testamento de los bienes presentes o que puedan corresponderles (59). Todo lo que los socios numerarios y oblatos adquieran tras su incorporación, según decisión del presidente, se dedica a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, al Opus Dei o a las Sociedades (163).
Todos los socios han de contribuir a sostener los gastos del Instituto, entregando limosnas mensuales, según su capacidad económica (166.2). Cada mes, los socios han rendir al director del centro o residencia cuentas de todo lo recibido y de lo gastado (253). Para demostrar el empeño en la pobreza, cada año en la fiesta de San Francisco de Asís, todos los socios numerarios han de abandonar todas las cosas que posean para que el director de la casa o centro tome lo que le parezca. Esto es lo que se llama espollum (“espolio”) (251).
- Cada uno de los supernumerarios ha de procurar promover y celebrar reuniones con personas de su misma profesión o ámbito social, con el ánimo de difundir la doctrina de la Iglesia católica acerca de las cuestiones de actualidad (28.1).
- Las Constituciones son el cimiento del Instituto; por tanto, los socios las han de tener por santas, inviolables y perpetuas. Sólo la Santa Sede puede cambiarlas o suplementarlas (172).
- A los extraños se les ha de ocultar el número de miembros y éstos no han de conversar acerca de estos temas con extraños (190). Las Constituciones, las instrucciones publicadas y las que en el futuro puedan publicarse no han de divulgarse, ni traducirse a lenguas vulgares (193).
- Para fortalecer el espíritu propio, la Institución fomenta la penitencia y la aflicción del cuerpo (217). Para mortificarlo y dominarlo, los socios han de llevar al menos durante dos horas al día un pequeño cilicio, recibir disciplinas una vez por semana y dormir en el suelo (260). Allí donde convivan tres o más socios en familia se ha de erigir una cruz de color negro sin la imagen del Crucificado (234). Todos los socios han de llevar el escapulario carmelitano (240).
- El Instituto tiene una Sección de mujeres radicalmente separada de la de hombres (437).

Tras su fundación y asentamiento estatutario, el Opus Dei trató de traspasar las fronteras españolas siguiendo las directrices de su fundador. La guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial aplazaron su expansión hasta finales de la década de los años cuarenta. En 1941, los admitidos sumaban tan sólo algunas docenas; en 1946, había 268 miembros; en 1950, unos 3.000 en España y unas decenas fuera de ella; en 1964, 25.000… En 2013, los miembros ascendían a 95.575, de los cuales 90.502 son laicos y 2.073 sacerdotes. El 60% reside en Europa y el 35% en América.

Juan Pablo II concedió al Opus en 1982 el estatuto de prelatura personal –en contra de la opinión de
la Conferencia Episcopal Española-. Este reconocimiento papal fue conseguido gracias a la labor de su segundo dirigente, monseñor Álvaro del Portillo y Díez de Sollano (1914-1994), quien la gobernaría desde la muerte de Escrivá en 1975 hasta la suya propia. Fue sustituido por monseñor Javier Echevarría Rodríguez

La presencia del Opus Dei se manifiesta, según sus propias fuentes, en medio millar de universidades –Universidad de Navarra en España, Piura en Perú o Panamericana en México, entre otras-, medio centenar de emisoras de radio y varias productoras de cine y agencias de información. La presencia de los miembros de La Obra en la vida política, económica y social busca crear un grupo internacional de presión. Muy presente en la escena política española en los años de la dictadura franquista, el Opus quedó parcialmente oculto hasta 1996, cuando llegaron al gobierno del Partido Popular algunos miembros. En el terreno empresarial, su presencia se manifestó gracias a consorcios como Banco Popular Español, Matesa, Fundación General Mediterránea o Rumasa. En la cultura mediante editoriales como Rialp.

El Opus Dei es criticado en múltiples frentes. Para empezar, se lo acusa de ejercer un apostolado elitista. No en vano, según sus propias Constituciones, “pretende trabajar sobre todo entre hombres dotados de estudios liberales”. Por otro lado, se le imputa un manifiesto machismo: “Las numerarias en todo caso, ya estén ocupadas en trabajos domésticos o manuales cualesquiera, ya estén dedicadas a profesiones liberales, han de ser consideradas como operarias”, reza la norma 443.1 de su Constitución.

Ha llegado a ser tildado de secta por las duras condiciones de vida que impone a sus miembros. En lo que toca a los miembros numerarios, los que hacen voto de castidad, es la experiencia religiosa llevada a grados extremos, tanto física como mentalmente. No es de extrañar que bastantes antiguos miembros se hayan quemado en el Opus y hayan sufrido graves heridas psicológicas y que muchos dediquen su vida a criticar la Obra de Escrivá de Balaguer. El cilicio y las flagelaciones sabatinas no son mitos, sino parte de la realidad cotidiana. Por último, se recalcan las pretensiones materiales del Instituto, destacando la obligación –explícita en sus Constituciones- de los recién llegados de poner sus bienes a disposición de los superiores, así como de hacer testamento antes de entrar en la Obra.

En el otro lado de la balanza se sitúan aquellos que afirman que el Opus Dei es un grupo de cristianos
que pretende vivir a Cristo en la Tierra y que no hace distinción por profesión o sexo –“Para pertenecer al Opus Dei, sólo se necesita la buena voluntad de responder a la vocación divina”, escribió Escrivá-. Resaltan éstos su pluralidad y su labor social, y niegan todo elitismo.

Aunque algunas de todas estas cosas resultan incomprensibles para cualquier persona de mente liberal, es también cierto que dentro del Opus Dei hay personas tan bondadosas, tolerantes y abnegadas que resultaría injusto descalificar en bloque a toda la organización.

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